Seguro que en muchas ocasiones has escuchado hablar del Ying y el Yang. Estos conceptos hacen referencia a dos energías opuestas que se necesitan y se complementan, no existe una sin la otra.
La energía Yin hace referencia a aquello interno, calmado, pasivo y frío.
Por el contrario, la energía Yang es aquello externo, dinámico, activo y cálido.
En yoga estamos constantemente equilibrando las energías Yin y Yang a través de la práctica.
Yin y Yang en yoga
Por un lado, la energía Yin la aplicamos en la práctica de meditación o relajación, o en asanas más pasivas, asanas en sentado, cuando nuestro cuerpo se va relajando a través de la respiración y del “no hacer”. Esta energía se trabaja constantemente en las clases de Yin Yoga o de yoga restaurativo.
Por otro lado, la energía Yang representa la fuerza y el movimiento, y está muy presente en las clases de yoga dinámico, como podrían ser las clases de Hatha Yoga, Ashtanga o Vinyasa.
Equilibrio entre el yin y el yang
En nuestra vida cotidiana, y sobretodo en el mundo occidental, nos movemos más por la fuerza yang que por la yin. Esa vida ajetreada, de estar siempre haciendo cosas, de no parar, nos trae un desequilibrio en nuestra vida que puede provocar estrés y problemas de salud. Por eso es importante encontrar el equilibrio entre ambas.
Nuestra vida dentro y fuera del mat
En mis clases de yoga intento siempre equilibrar estas dos energías, combinando una parte de la práctica más dinámica y activa, con otra parte más de recuperación, de relajación, para compensar esa fuerza Yang. Nos es bueno estar siempre en la energía Yang ni tampoco siempre en la Yin.
Por supuesto este equilibrio no solo se puede realizar dentro de nuestra esterilla, sino que podemos aplicarlo a todos los ámbitos de nuestra vida, para encontrar siempre ese punto de paz y armonía.
Namasté.